Viridiana: El Vicio de la Piedad
Por Dan Urena
“La piedad es un vicio, todo aquel que siente piedad, se siente por encima de la piedad”.
Graham Greene
Hace 63 años se realizó una película coproducción México-España que provocó la ira de la Santa Sede; el vaticano, a través de su periódico L’Osservatore Romano, la calificó como herética y condenó a la excomunión a todos los que trabajaron en la cinta “Viridiana”.
Sólo de la mente del mítico director Luis Buñuel pudo surgir esta obra maestra de la cinematografía, considerada como una de las 100 mejores películas de todos los tiempos; “Viridiana” estuvo protagonizada por Silvia Pinal, Francisco Rabal y Fernando Rey; nos cuenta la historia de una novicia a punto de recibir los hábitos, pero que debe visitar a su tío Don Jaime, quien le ha pagado sus estudios, cuando recibe la noticia de que éste se encuentra enfermo.
Cuando el tío ve a la novicia queda impresionado por el parecido que tiene con su difunta esposa, y le produce un deseo imperante de poseerla sexualmente e intenta violarla, pero se arrepiente en el último momento; Viridiana, la protagonista, debe regresar al convento, y Don Jaime, en un afán de retenerla, le hace creer que han consumado el acto mientras ella dormía, lo que genera un desprecio en la joven; al sentir su rechazo, el tío no puede más con la culpa y se suicida.
Tras la muerte de Don Jaime, Viridiana decide llevar una vida de caridad cristiana, por lo que acoge mendigos en esa casa, quienes la atacarán y robarán; pero la llegada de Jorge, el hijo de su tío, cambiará por completo su vida.
La película fue filmada durante la España Franquista y causó gran expectación que Luis Buñuel volviera a trabajar en su país, después de oponerse tanto al régimen de Francisco Franco y pasar un periodo exiliado en México.
Esta cinta tiene referencias a la novela “Halma”, de Benito Pérez Galdós, aunque para crear el personaje principal, Buñuel se inspiró en un cuadro, expuesto en el Museo del Chopo, de una monja en camisón que adoraba los símbolos de la crucifixión en un cojín, con el título de “Santa Viridiana”. Un guion lleno de un inteligente humor negro y tintes surrealistas que parece dividido en dos partes: la primera, contada de manera más lineal con influencias góticas que termina al momento del suicido de Don Jaime; y la segunda, se presenta al Buñuel que realiza constantes trabajos de introspección social, y nos muestra un magistral juego simbólico en los elementos visuales y argumentativos que utiliza.
El filme fue reprobado por distintos sectores conservadores, para muchos representaba una crítica a la caridad cristiana, ya que mostraba a una joven novicia que había fracasado en todos los intentos por realizar actos bondadosos; primero, al querer ser monja, después al recoger a un grupo de vagabundos que lejos de valorar su ayuda, la roban e intentan violarla. A lo largo de la historia vemos la progresiva transformación de su pureza hacia el deseo carnal por el joven Jorge.
Luis Buñuel logró crear una atmósfera de desesperación y morbo con gran sutileza, como le era característico, su cámara se movía con libertad dentro del set y generaba encuadres con altos valores estéticos, al mismo tiempo que capturaba escenas elegantemente eróticas, como el plano de los muslos de la protagonista, o la mano de la aún novicia sobre las ubres de una vaca para aprender a ordeñar.
El uso de simbolismos dentro de la filmografía de este gran director es constante, por lo que esta película no es la excepción; como la escena de cuando Viridiana está a punto de ser violada por los mendigos, ella se agarra muy fuerte a la misma cuerda con la que se suicidó su tío, o la toma final en la que la corona de espinas es quemada en una fogata; sin embargo, ninguno de estos elementos causó tanto revuelo como la mítica escena en la que los mendigos aprovechan la ausencia de Viridiana y Jorge en la casa, para sucumbir a un burdo banquete nocturno; embrutecidos por el alcohol y después de entonar el ángelus, deciden tomarse una fotografía en la que recrean “La Ultima Cena” de Leonardo Da Vinci, mientras tienen de fondo la icónica pieza musical “El Mecenas” de Händel; la cámara es la parte “íntima” de una mendiga, quien se levanta la falda para “retratarlos”; incluso, se escucha de fondo el cantar de un gallo, que representa el pasaje donde Pedro negó a Jesús antes del canto del gallo.
En la secuencia final, se muestra a Viridiana, ya con el cabello suelto, que entra en silencio a la habitación de Jorge, quien en compañía de otra mujer, la invitan a jugar cartas; de esta manera, sucumbe al deseo y se sugiere un “ménage à trois”.
El largometraje fue estrenado en el Festival de Cannes, ganó un reconocimiento absoluto por parte de la crítica, y recibió la “Palma de Oro”; pero a la par, fue condenada por el Vaticano a través de su diario oficial y el gobierno español la censuró al ordenar quemar todas las copias existentes del filme. Silvia Pinal fue quien salvó una copia y la trajo a México en bolsas de plástico negras para no ser descubierta, mientras se realizaba un juicio para otorgar la custodia de la obra a nuestro país.
La película “Viridiana” se exhibió durante 10 años de forma clandestina, hasta que en los 70 el fallo fue a favor del productor mexicano Gustavo Alatriste, y se permitió así su distribución legal a nivel internacional. Buñuel, siempre calificado como frío y analítico, logró crear una icónica historia sobre la pérdida de la inocencia, y un análisis social sobre la naturaleza de las personas; mostró también su genialidad indiscutible a la hora de hacer cine, pues los vagabundos que participaron en la película eran reales.
Más de medio siglo después de su filmación, “Viridiana” es una de la cintas más controversiales y celebradas de Luis Buñuel, de la que siempre dijo: “las imágenes se encadenaron en mi cabeza, unas tras otras, formando una historia. Pero nunca tuve la intención de escribir un argumento de tesis que demostrara, por ejemplo, que la caridad cristiana es inútil e ineficaz. Sólo los imbéciles tienen esas pretensiones”.